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[:es]Foto 1Carmen Herrero en el CIO el pasado 21 de mayo. | Foto: Carla Serrano
Carmen Herrero (Madrid, 1948) se licenció en Ciencias Matemáticas por la Universidad Complutense de Madrid en 1970 y obtuvo su doctorado en Ciencias Matemáticas nueve años más tarde por la Universidad de Valencia. Sin embargo, ha dedicado toda su vida profesional a la Economía. Es catedrática de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Alicante desde 1986, Investigadora del Ivie desde 1990, y ha impartido clases en países como Reino Unido, Austria o Italia. Durante su extensa trayectoria, ha llevado a cabo numerosas investigaciones cuyo fondo común es la preocupación implícita por los problemas sociales, en especial los relacionados con la equidad, el bienestar social y la economía de la salud. Su intachable labor y sus valiosas aportaciones en el campo de la Economía le llevaron a ser investida doctora Honoris Causa por la Universidad de Granada en 2014 y a recibir el Premio Rey Jaume I de Economía en 2017, convirtiéndose en la primera mujer en recibirlo en veintinueve ediciones.
Pregunta. A día de hoy, es la única mujer que ha recibido el premio Rey Jaume I en Economía. ¿Qué supuso ese galardón para usted?
Respuesta. Fue el reconocimiento a una carrera profesional muy larga. Fue muy bonito. También fui la primera mujer a la que se lo dieron; fue como un hito. Yo he vivido casi toda mi carrera profesional entre dos aguas: mis orígenes son matemáticos, y aunque soy economista hace mucho tiempo, no tengo ningún título de Economía. Mi único título es el Honoris Causa de la Universidad de Granada, pero no es un título oficial. El que al final me dieran este premio de Economía fue como un espaldarazo a toda mi carrera de economista.
P. Mirando las estadísticas parece que los galardones científicos no están hechos para las mujeres… ¿Qué opina sobre esto?
R. No es que no estén hechos para mujeres. Creo que lo que ocurre es que, en general, las mujeres lo tenemos un poco más difícil, sobre todo en carreras más competitivas como la investigación. A no ser que tengas una pareja o un marido que sea muy cooperativo, socialmente se espera que la mujer haga la mayoría de las tareas domésticas, que se encargue de los niños… si estás haciendo eso y además estás dando clase, te queda poco tiempo para investigar. Para que las mujeres tengan más éxito en la investigación necesitan que la sociedad sea más igualitaria y tener las mismas posibilidades de realizarse como personas. El año que me dieron el premio fuimos cuatro mujeres premiadas en las distintas especialidades y fue un hito porque antes había habido muy pocas mujeres premiadas.

“Hay personas potencialmente talentosas de clases bajas que quizás ni siquiera llegan a entrar en la universidad porque se pierden por el camino”

P. Su tesis doctoral, que lleva por título Espacios de funciones holomorfas cuyas derivadas se extienden por continuidad en un punto de la frontera del dominio y su relación con los espacios de funciones holomorfas con desarrollo asintótico, es muy matemática. Sin embargo, posteriormente ha trabajado en problemas de asignación, medición del desarrollo humano, teoría de juegos y elección social. ¿Cómo ha sido ese tránsito?
R. Empecé haciendo Matemática pura. Hice una tesis en análisis funcional, que es una de las cosas más abstractas que te puedas imaginar. Entonces, empecé a dar clases de matemáticas a los economistas, y los colegas de la Facultad de Económicas de la Universidad de Alicante empezaron a venir a hablar conmigo para plantearme problemas que no sabían resolver. Así empecé a leer sobre Economía y, a partir de ahí, me empecé a interesar por los temas económicos. Después hice una estancia en Oxford y asistí a clases de dos premios Nobel en Economía: Amartya Sen y James Mirrlees. Ese año aprendí mucho de Economía. Además, a mí siempre me han interesado mucho los temas sociales, de justicia, de equidad, de desigualdad y de pobreza.
P. Ha publicado varios artículos proponiendo mejoras en la medición del desarrollo humano. ¿Es ya un índice perfecto?
R. No, porque los cambios en estas instituciones son muy lentos, pero es un paso adelante. He participado en la ONU la mejora del índice de desarrollo humano desde el punto de vista técnico, y también en la UNEP, en Ginebra, participamos en el desarrollo de un indicador de progreso verde. Los indicadores nunca son perfectos. Es muy difícil encontrar un indicador perfecto porque, en estos indicadores se mezclan muchas variables, y hacerlo correctamente es bastante complejo.

“La universidad española ha mejorado en algunos aspectos, pero estamos muy lejos de tener una universidad competitiva de verdad”

P. En el campo de la educación, ha desarrollado un algoritmo junto a Antonio Villar para detectar si los hijos han mejorado con respecto a los padres. ¿Qué resultados ha obtenido?
R. Hemos hecho varios estudios de educación a partir de los datos de PISA. Es decir, explotar los datos de PISA de distintas formas y ver qué es lo que nos dicen esos datos. Por ejemplo, mirando el nivel socioeconómico de los padres, analizar cómo esto influye en los resultados de los niños. Hemos visto que no hay movilidad generacional, es decir, que pervive la diferencia en educación por las diferencias socioeconómicas. La gente con menos recursos tiene menos posibilidades de desarrollarse como personas porque existen barreras invisibles desde el comienzo de la vida, y la educación pública no consigue equilibrar las diferencias.
P. Precisamente, a raíz de la respuesta que acaba de dar, quiero recordarle una frase que pronunció usted: «Hay pocas becas y no son generosas con los individuos talentosos de clases bajas». ¿Considera que la educación en España es elitista?
R. Sí. Por ejemplo, las tasas universitarias cubren el 10% del coste real de la educación universitaria. Si un estudiante paga mil euros, el coste real de su curso es de 10 mil euros al año. Entonces, esos 9 mil euros extras, ¿quién los paga? Los paga el Estado. Esto es una transferencia de dinero del Estado hacia los individuos que están en la universidad. ¿Quién se beneficia de esto? Las clases altas, porque ellos son los que se pueden permitir tener a sus hijos estudiando sin trabajar, e incluso que repitan curso infinitas veces. Una persona de un estrato social bajo, aunque le den una beca que le pague los mil euros de matrícula, tendría que tener una beca salario para poder vivir y no trabajar mientras está estudiando para tener igualdad de acceso. Es decir, la educación universitaria es una transferencia que favorece a las clases medias-altas. Y luego hay otro elemento, y es que hay personas potencialmente talentosas de clases bajas que quizás ni siquiera llegan a entrar en la universidad porque se pierden por el camino. En España hay una tasa de abandono escolar enorme y aunque hay educación obligatoria hasta los 16 años, las oportunidades dependen mucho del colegio en el que estudies, de los compañeros y del ambiente en la casa. Una de las cosas que más influyen, y que está comprobado en los resultados de PISA, es el nivel de educación de los padres. Si tus padres son universitarios, tienes una ventaja comparativa sobre las personas cuyos padres no tienen estudios. Hay muchos elementos a mejorar en términos de justicia social.

“En lugar de crear un sistema en el cual los estudiantes se desplazan a otra ciudad a estudiar, se ha puesto la universidad en la puerta de casa”

P. Usted ha sido muy crítica con la ausencia de asignaturas de Economía en la educación secundaria. ¿Cree que esto nos ha hecho ser un país inculto en materia económica?
R. Lo que creo es que el bachillerato de Ciencias Sociales no es adecuado para estudiar Economía. Yo abogaría por un bachillerato más transversal. Antes todos estudiábamos Latín, Matemáticas, Filosofía… independientemente de la rama que habías elegido. Creo que ahora se elige la rama demasiado pronto. Eliges hacer un bachillerato de Ciencias Sociales cuando no sabes qué vas a estudiar. Y al bachillerato de Sociales le falta formación técnica. La carrera de Economía, en particular, es una carrera bastante técnica. De hecho, hay más Matemáticas que en muchas carreras de ciencias. Por ejemplo, hay más Matemáticas en Economía que en Química o Biología. Entonces, poner Economía dentro del campo de las Ciencias Sociales hace que los alumnos que hacen el bachillerato de Sociales no tengan suficientes Matemáticas en bachillerato y al llegar a la carrera se encuentran con una barrera importante porque no tienen esos conocimientos adquiridos. En este sentido, creo que un bachiller más transversal sería mejor. Y quiero dejar claro que no estoy abogando porque haya más Matemáticas y menos Literatura. Creo que ese bachillerato debería ser suficiente como para que la gente adquiera un gusto por leer, por conocer la Historia. Es que ahora mismo hay muchas personas que no saben casi nada de nada… Por ejemplo, mi hermano pequeño hizo el bachillerato de Ciencias, y mi hermano mayor estaba estudiando Ingeniería y yo Matemáticas. Entonces, este hermano pequeño fue a estudiar primero Ingeniería y lo aprobó todo, pero no estaba convencido, así que, como el primer año era común, el segundo año hizo segundo de Matemáticas. Lo aprobó y decidió que tampoco le gustaba. Se cambió a Filosofía y Letras, y acabó siendo catedrático de Lengua Española. Si no tienes esta capacidad versátil de tener suficiente bagaje como para cambiar en un momento determinado, es mucho más difícil hacerlo, pero es que la gente se equivoca. Yo empecé siendo matemática y ahora soy economista.
P. Ya que estamos hablando de estudios, me gustaría preguntarle por los doctorados. En una conferencia que impartió en la Universidad de Alicante afirmó que los doctorados siguen siendo nuestra asignatura pendiente. ¿Mantiene esta postura a día de hoy?
R. Hay muchos problemas en la universidad española, y creo que uno de los errores del sistema actual es que los grados duran cuatro años. En general, los grados son de tres años. Por otro lado, no se controlan adecuadamente los másters, y se ha dejado a las universidades que hagan todos los doctorados que quieran. Creo que hay un problema muy importante en relación a la calidad de las universidades españolas. Puedes pensar que todo el mundo puede impartir un grado, pero lo que no es posible es que todo el mundo ofrezca un postgrado. Y como no hay control sobre los postgrados, el único control es el de la universidad. Está la ANECA, que básicamente no controla, porque en realidad no miran la calidad. En muchos casos los postgrados se han convertido en una forma de hacer dinero y algunos son una estafa, cuando detrás de un título de máster no hay ningún aprendizaje sustantivo. En nuestro programa de doctorado, los estudiantes que entran a hacer postgrado hacen primero el máster, que son dos años, con dedicación exclusiva y luego tres años de tesis. Durante esos cinco años, estas personas no hacen otra cosa que estudiar y, aun así, no tienen tiempo de hacer lo que tienen que hacer. En los países anglosajones el grado es bastante light, pero los postgrados son mucho más serios. En España se ha distinguido entre másteres de investigación y profesionales, pero en general se controlan muy poco. Por otro lado, los másteres de investigación y los doctorados están en muchos casos dirigidos a que la gente que los cursa se quede en los departamentos. Hay una cosa que me hace mucha gracia y es que a mí me han acusado de “dilapidar el capital humano de la Comunidad Valenciana” porque nuestros estudiantes se van. Y yo creo que no, porque si estos estudiantes se van por el mundo es porque valen, porque alguien me los compra. Si yo estoy generando un producto que solo me lo compro yo, hay poco que hacer…

“Las claves del éxito del Departamento de Fundamentos de la Universidad de Alicante son: no quedarte con tus doctores, contratarlos de otras universidades y ser exigente en la estabilización”

P. En alguna ocasión ha afirmado que el problema de las universidades es que “hay café para todos”. ¿La cafetera sigue siendo tan generosa ahora mismo?
R. Las universidades son un problema brutal. En este país se optó por un modelo de universidad en la puerta de tu casa. Lo que hicieron fue crear muchas universidades, pocas becas y que la gente estudiase en la universidad de al lado. Las universidades tienen una especie de alumnado cautivo que está formado por los estudiantes de la provincia, de la ciudad o del entorno más próximo. Así que, en lugar de crear un sistema en el cual los estudiantes se desplazan a otra ciudad a estudiar, se ha puesto la universidad en la puerta de casa. Por otro lado, tenemos el sistema de elección de rectores, que produce unos incentivos que conducen a mantener todo como está. Es muy difícil cambiar la universidad desde dentro, porque hay muchos departamentos y mucha endogamia. En general, la mayor preocupación de los rectores es que no haya ruido y, el café para todos, en este sentido, es la receta más fácil. No hay un gran control. No es que la universidad ahora sea peor que antes. Ha mejorado en algunos aspectos, pero estamos muy lejos de tener una universidad competitiva de verdad.
P. Usted consiguió meter al Departamento de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Alicante en una liga muy competitiva en la que se encontraban universidades como la Carlos III de Madrid, la Pompeu Fabra o la Autónoma de Barcelona. ¿Puede contarnos cuál es la receta del éxito?
R. El secreto del éxito es estar loco y creérselo. Hubo un momento en el que la Facultad de Económicas y el Departamento de Fundamentos de la UA se crearon desde cero. Y tuvimos la suerte de que, al principio, coincidimos allí unos cuántos que estábamos todos locos de atar. También coincidió con un momento en el que volvieron de estudiar en el extranjero bastantes economistas que habían salido de España y que volvían con doctorados de EEUU o de Inglaterra. Había una masa de gente nueva, de savia nueva bien formada, que entró en la universidad Autónoma de Barcelona, en la universidad Carlos III, la Pompeu Fabra… Estas universidades nuevas acogieron estos nuevos investigadores y nosotros en Alicante también nos subimos a este carro porque queríamos ser tan buenos como ellos. Hubo un compromiso entre varios departamentos de Economía, que era un compromiso de funcionamiento. Nos comprometimos a no quedarnos con ningún doctorando nuestro. Eso significa fuera la endogamia. De hecho, todos nuestros doctorandos están trabajando en otro sitio. No nos quedamos con ninguno. Como no nos quedábamos con nuestros doctores teníamos que contratar, ¿y dónde contratábamos? Pues se creó un mercado en el que contratábamos a gente que se había formado fuera que venía con una tesis debajo del brazo de sitios muy buenos. Las universidades en general les cerraban la puerta y nosotros se las abríamos. Empezamos a contratar gente de esta forma. Y esto fue lo que cambió, por eso hoy estamos aquí. Y luego lo que hacíamos con estos doctores jóvenes es lo que hacen en el mundo anglosajón y que llaman Tenure Track. Consiste en que entras en un departamento con un contrato después de un postdoctorado y estás durante 5 años a prueba. Después de ese tiempo te evalúan y se decide si te dan una plaza fija o no. Este es el proceso de Tenure Track. Así que en este tiempo, a algunos les hemos dicho que sí y a muchos les hemos dicho que no. Esa es la otra diferencia: no todo el que entra se va a quedar. Así que el funcionamiento de nuestro departamento es este: nosotros contratamos fuera y todos nuestros doctores salen al mercado. Esto también pone a Alicante en el mapa. Todo el mundo sabe dónde está Alicante gracias a esta forma de funcionamiento. Por otro lado, los profesores que están en el departamento están muy activos en investigación, publican a menudo, tenemos varios seminarios a la semana, vienen investigadores de todo el mundo y hay un intercambio continuo de conocimiento. Pero las claves son: no quedarte con tus doctores, contratarlos de otras Universidades y ser exigente en la estabilización.
Continuará...
 
 

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Justo Puerto: “El analista de datos está de moda porque tiene una rentabilidad inmediata que es perceptible por la empresa” | Instituto CIO · 22 July, 2019 at 9:37 am

[…] Herrero, a quién entrevistamos recientemente, dijo que “un país que no investiga, que no innova, que no crea producto tiene las puertas […]

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